El proceso para abordar la alopecia comienza con una evaluación inicial, en la cual el paciente asiste a una consulta para analizar el tipo de alopecia que presenta, evaluar el estado del cuero cabelludo y comprender sus expectativas. Esta primera evaluación es fundamental, ya que permite diseñar un plan de prevención adecuado o, en algunos casos, valorar la posibilidad de un implante capilar.

A partir de esta evaluación, se procede al diseño del tratamiento. En los casos donde la prevención es posible, se establece un plan personalizado que puede incluir la aplicación de factores de crecimiento, suplementos y cuidados específicos para fortalecer el cabello y reducir la caída. Si se opta por el implante capilar, se determina tanto la zona donante como la receptora, planificando la distribución adecuada de los folículos a trasplantar para lograr resultados naturales y efectivos.

La aplicación del tratamiento varía según el enfoque elegido. Para aquellos que siguen un tratamiento preventivo, las sesiones pueden incluir aplicaciones tópicas, sueroterapia y otras técnicas diseñadas para reforzar la salud capilar. En el caso del implante capilar, este se realiza en una sesión programada, bajo anestesia local y en un ambiente controlado que garantiza tanto la seguridad como la comodidad del paciente.

Finalmente, los cuidados post implante son esenciales para maximizar los resultados. El equipo médico proporciona al paciente una guía detallada sobre el cuidado del cuero cabelludo, incluyendo recomendaciones específicas para lavar y proteger la zona implantada. Además, se le orienta en relación con factores que deben evitarse para asegurar el éxito del implante y lograr un crecimiento capilar estable y duradero.